jueves, 18 de junio de 2015

La foto de las 1001 historias. Historia Nº 6: El Canal Historia







Cuentan que en el lugar donde se edificó este convento, hace mucho que habitaba un pueblo que no sale en los libros de historia. Un pueblo del que muy poco, o nada, se sabe. Tan poco como que muchos historiadores importantes niegan su existencia.

- ¿Quiénes eran, Hermana?
- ¿No has escuchado eso de que muy poco, o nada, se sabe?
- No. No he escuchado nada. Yo no estoy suscrita al Canal Historia como usted.
- No hace falta estar suscrita.
- ¿Me está proponiendo que piratee la señal del canal?
- No Hermana. Eso es robar. Y robar es pecado.
- ¿Entonces?
- Yo tampoco estoy suscrita.
- No lo entiendo.
- Yo tampoco. No sé de qué estamos hablando.
- Si no estamos suscritas a ningún canal, ¿Cómo has escuchado lo del pueblo ese del que muy poco, o nada, se sabe?
- Yo no he escuchado nada.
- Yo tampoco.
- Pues entonces será la introducción de la historia.
- ¿Y quién hace la introducción de estas historias?
- No lo sé.
- ¿Esa mujer lo sabrá?
- ¿Qué mujer?
- La que está entrando en el convento.
- Esa tampoco creo que sepa nada.
- ¿Le cerramos la escalera entonces?
- No. Vamos a esperar a que suba. A ver qué tiene que contarnos.
- ¿Y si es parte de ese pueblo del que muy poco, o nada, se sabe?
- En ocasiones me da usted miedo, Hermana.

Cuentan que en el lugar donde antes estuvo este convento, había pasadizos subterráneos que comunicaban todos los pueblos de la región en un radio de 100 kilómetros a la redonda y que sólo unos pocos lo conocían. Esos pocos no se atrevieron nunca a usar los pasadizos por miedo a las leyendas que circulaban sobre lo que se encontraba en ellos. Tan pocos, que esta historia no puede ser contada. A menos que alguien se atreva a recorrer los pasadizos con valor para contarlo después.




martes, 16 de junio de 2015

La foto de las 1001 historias. Historia Nº 5: La televisión es nutritiva.





- ¿Hermana?

...Me estoy reconstruyendo con un buen telefilme...

- ¿Hermana?

...Dibujos animados, que aniquilan el cine...

- ¡HERMANA!
- Dígame, Hermana. Pero no me grite.
- Es que no me escuchaba.
- Perdona, tengo los cascos puestos.
- ¿Los cascos? Creía que ya había dicho usted que no los iba a volver a usar dentro del convento.
- Creía, Hermana, creía. Pero, ¿Qué quiere?
- ¿Quién es esa mujer que sube las escaleras?
- Pues no tengo idea, la verdad. Yo estaba a mis cosas.
- Hermana, usted no tiene remedio.
- Puedo volver a ponerme los cascos o tiene que decirme algo más.
- Nada, tranquila, ya preguntaré yo a la señora qué quiere.
- No. Déjala que hable ella. A fin de cuentas es la que está entrando en el convento y nosotras llevamos aquí toda la vida.
- ¡Hermana! Usted lo que quiere es ponerse los cascos, seguir con su música y olvidarse de todo.
- No. Pero no entiendo las prisas que le han entrado ahora.
- Es que está entrando una mujer en el convento.
- Déjela. Será el técnico de televisión.
- ¿Tenemos televisión en el convento?
- No lo sé.
- Me parece a mí que está usted un poco despistada con esto de la música y los cascos. ¿Qué escucha?
- No los conoce.
- Bueno, pero me lo podrá decir.

Y es lo que siempre digo
Y es lo que siempre dicen
La televisión es nutritiva.


- ¿Es Aviador DRO?
- ¡Sí! ¿Cómo lo sabe? ¿No dice que usted nunca escucha música?
- Bueno. Usted no sabe todo de mí.
- Ya, Hermana, pero eso de la música...
- Le estaba preguntando por la mujer que está subiendo, no me cambie de tema.
- ¡Bah! Será el técnico de televisión.
- Será.
- ¿Cómo es que conoce a Aviador DRO?
- Es una larga historia.
- Tenemos tiempo. Y lo sabe.
- No tanto. Mire: El técnico de televisión está entrando en el convento.

Y es lo que siempre digo
Y es lo que siempre dicen
La televisión es nutritiva





B.S.O,: "La televisión es nutritiva" (Aviador DRO)








lunes, 15 de junio de 2015

La foto de las 1001 historias. Historia Nº 4: Odio los Lunes





- ¿Dónde va esa mujer?
- No sé Hermana, es Lunes.
- ¿Y qué?
- Los Lunes la gente está muy perdida.
- ¿Perdida? Tendrán que estar muy cansadas, con ganas de nada, volviendo a la rutina...
- Eso no es así.
- ¿Ah no? ¿Por qué? ¿No odia la gente los lunes?
- Odiar es una palabra muy fuerte, Hermana.
- Usted me entiende.
- El mundo es un lugar extraño. Miramos a esa mujer que está entrando en el convento y hablamos de Garfield.
- El mundo es un lugar muy bello, pero es lunes, Hermana.
Será eso...






domingo, 14 de junio de 2015

La foto de las 1001 historias. Historia Nº 3: El tañido de campanas






El habitual tañido de las campanas despertó a toda la congregación. Horas después, las oyeron tañer otra vez. En esta ocasión indicaban que faltaba media hora para la misa de doce, la dominical en la que se permitía que entraran personas de fuera en la capilla del convento. Era Domingo, el Día del Señor.


. Hermana, ¡Qué bonito es el verbo tañer!
- ¿Se dice tañer o tañir?
- No sé Hermana. La que entró en el convento ya con estudios es usted.
- Pero nunca he sabido bien cómo se dice correctamente.
- Tañen las campanas, dice la canción.
- De las canciones no te puedes fiar, ya sabes.
- Voy por el diccionario.


Cuando la Hermana iba a ir por el diccionario, de repente, como si al terminar el tañido de las campanas fuera una señal para quedarse inmóvil, se quedó parada sin poder moverse.


- ¿Qué pasó Hermana?
- Nada. No voy a ir a ningún sitio.
- ¿Por qué? ¿Ya no quiere saber cómo se dice?
- No me preocupa ahora mismo. Mira ahí: Alguien sube.
- Le podemos preguntar a ella.
- No. Mejor sigamos con la duda.
- ¿Vamos a misa?
- Obvio. Pero vamos por otro sitio, hágame usted el favor. Dese prisa.


El tañer de las campanas había indicado a todo aquel que quisiera darse por enterado que quedaba media hora para la misa de doce. Como todos los domingos.




sábado, 13 de junio de 2015

La foto de las 1001 historias. Historia Nº 2: Música en el convento







“...Y yo sigo aquí, esperándote
Y que tu dulce boca ruede por mi piel
Y yo sigo aquí, esperándote
Y que tu dulce boca ruede por mi piel...”


- ¡Hermana! ¿Qué es eso que suena?
- El hilo musical.
- ¿Desde cuándo tenemos hilo musical en el convento?
- No es del convento, sale de ahí abajo...


“...Y yo sigo aquí, esperándote
Y que tu dulce boca ruede por mi piel
Y yo sigo aquí, esperándote
Y que tu dulce boca ruede por mi piel...”


- Pero, esta canción... Es muy... ¿Cómo lo diría?
- Mala, Hermana, mala.
- Bueno, hay gustos para todo.
- Es muy mala, Hermana. Déjese de caridad cristiana y demás. En confianza entre usted y yo: Es muy muy mala.
- ¿Podemos apagarla?
- Debemos.


“...Y yo sigo aquí, esperándote
Y que tu dulce boca ruede por mi piel
Y yo sigo aquí, esperándote
Y que tu dulce boca ruede por mi piel...”


- ¿No daremos en la cabeza a esa señora si cerramos para que no se oiga la música?
- ¿Qué música?
- ¡Hermana! Está usted muy despistada últimamente. ¿De qué estamos hablando?
- ¡Ah! La canción esa... Es que llamarla música...
- ¡Qué mala es usted, Hermana!
- Es que es una canción muy mala, ¿Cerramos?
- ¿Y si le damos en la cabeza con la tapa a esa señora que sube?
- Los Caminos del Señor son inescrutables...


“...Y yo sigo aquí, esperándote
Y que tu dulce boca ruede por mi piel
Y yo sig... (SILENCIO)






La foto de las 1001 historias. Historia Nº 1: “Catacumbas”





- ¡Hermana! ¿Quién es esa que sale de las catacumbas?
- ¿Quién?
- Esa que está subiendo.
- ¿De dónde?
- De las catacumbas.
- Ahí abajo no están las catacumbas. Es la salida del metro de Iglesia.
- ¡Déjate de bromas, que se nos cuelan en el convento!
- No bromeo. Ahora deja, que me tengo que ir. He quedado en Cuatro Caminos.
- ¿Cómo vas?
- En metro. Bajo en cuanto salga esa señora.
- Son solo dos paradas, ¿Por qué no vas andando?
- No me fío. Sabes que no me gusta ir andando por encima de las catacumbas.



miércoles, 10 de junio de 2015

Costumbres






Siguiendo las costumbres de las películas hacía muchas cosas raras en su día a día. Harto de ver cómo meten billetes en la ropa interior de las stripers se dedicó a hacerlo con las chicas que veía y le gustaban en cualquier bar. Como además era poco amante del verano y salía sólo cuando hacía frío, y nunca fue un tío sobrado de dinero, convirtió esa imagen en meter monedas en los bolsillos de los abrigos de las mujeres que veía apetecibles en los bares. Como en los bares la gente se quita el abrigo que lleva puesto cuando va por la calle, podéis empezar a imaginar lo difícil y extraño que se hacía la costumbre para él y para los que mirábamos de reojo. Porque era cosa suya, no era un comportamiento que compartiera con el grupo. Probablemente porque nadie se lo hubiéramos permitido. Podría contar miles de anécdotas de esta práctica, algunas muy tristes y no pocas curiosas y divertidas. Podría hacerlo, pero a mí lo que más me llama la atención es el hecho en sí y la obsesión que tenía con ello.



lunes, 1 de junio de 2015

Retratos ecuestres, ADSL, superpechos, llamadas telefónicas y demás dramas de la vida moderna





Dibujé un retrato ecuestre mientras hablaba por teléfono con ella. Cuando colgué me di cuenta de que me había salido algo parecido a una amazona con superpechos montada en una rata gigante. Volví al teléfono y atendí más de lo conveniente a un agente comercial de una compañía telefónica que trataba de venderme algo. No están acostumbrados a que las llamadas duren tiempo porque normalmente la gente cuelga de manera desagradable con cierta urgencia. Yo tampoco estoy acostumbrado a escucharlos ni quería que me vendieran nada. Pero pretendía hacer un dibujo mientras hablaba y la venta de una nueva línea ADSL o el cambio a unas mejores tarifas de móvil deberían ser lo suficientemente poco atractivas pero bien detalladas para que volviera a tratar de dibujar bien el retrato ecuestre que había intentado mientras hablaba con ella antes. Me salió una tía con unos pechos superlativos. Ni rastro del caballo. Las tarifas para móvil eran realmente interesantes y últimamente el ADSL no me va demasiado bien, pero ni aún así valoré analizarlas demasiado. Colgué y recordé que ella no tiene unos pechos superlativos. No sé dibujar pero me encantan las tetas desmesuradas. Y me encanta aún más ella a pesar de ser bastante plana.



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