martes, 26 de marzo de 2013

El Último Eructo: Una aventura en 3D del que fue tu héroe favorito





Ojalá hubieras estado allí para escucharlo. Fue una de esas cosas que tanto te gustaban cuando simulabas que me querías. Seguramente estabas riéndole las gracias a uno que estaba haciendo payasadas entre tus piernas al que no querrás volver a ver, pero que te salvó la noche, como tantos otros de los que ni te acuerdas ya.

Ojalá hubiera estado allí yo. Allí, entre tus piernas. Creo que me hubiera aguantado el eructo. Hubiera hecho otras cosas bonitas, allí donde a ti te gusta, de esas que no se cuentan porque me educaron en el sentimiento de que todo eso era sucio, pero que desde que decidí dejar de lado lo aprendido, para travestirme en un yo diferente y funcional, lo hago. Pero no lo cuento. El Niño Jesús llora y mata un gatito cada vez que cuento cosas de estas. Aunque sean la sublimación de mi amor por ti.


(Imagen de "Un perro llamado Dolor" de Luis Eduardo Aute)


Al Niño Jesús no le gusta que eructe. Me lo dijo una profesora cuando me escuchó hacerlo como respuesta a su ¿Cuánto son 3 por 2? Además de mandarme inmediatamente al Despacho del Director. Los años pasan y ahora eructo y recuerdo vagamente aquellos pasajes. Sospecho que la pregunta quizás no fuera ¿Cuánto son 3 por 2? Puede que fuera cualquier otra operación, pero era algo de matemáticas seguro. Seguro porque las risas de mis compañeros las recordaré siempre. Igual que recuerdo confusamente que, aunque me mandó al despacho del director, en aquellos tiempos a mí siempre me reñía y recluía en su despacho una mujer. Quizás fuera Directora o Jefa de Estudios.

No sé, mis recuerdos son borrosos y llenos de gilipolleces sin aparente sentido. Todo se va desfigurando con el tiempo. Incluido el último eructo. Y tu entrepierna...


Y eso es malo.

Muy malo.




B.S.O.: "Pasaba por aquí" (Aute)




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