lunes, 19 de noviembre de 2012

Si paras de beber tanto, verás menos pollas, pero las disfrutarás más



Si paras de beber tanto, verás menos pollas, pero las disfrutarás más.


Aquellas palabras atronaban en su cabeza como todas las que aprendió siendo pequeña y que aún sometían su escala de valores a paroxismos estúpidos como el consejo sobre pesca que le dio su abuelo, la recomendación de su profesora de ballet enfadada que precipitó sus anhelos de ser una gran bailarina o los Diez Mandamientos.




De los Diez Mandamientos ya no recordaba diez. Ni siquiera seis. O sí, pero no quería pensar en ello. No solía pensar en ello.

La cara de aquella puta entrenadora con modales nazis no se iba de su cabeza y cada vez que veía algo relacionado con el baile o andaba de puntillas la odiaba con más y más fuerza por haber sido tan cruel como para decir a una niña con todo un mundo de ilusiones por delante que se dedicara a otra cosa y dejara de ir a sus clases.

Sobre la pesca había olvidado casi todo. Menos el olor a tabaco negro de su abuelo y sus dientes extrañamente colocados. Pero le gustaba mucho el pescado. Y el marisco, aunque no tenga nada que ver con su abuelo y sus consejos de pesca.


Si paras de beber tanto, verás menos pollas, pero las disfrutarás más.


Su cabeza era así. Despreciaba los consejos, pero aquellas palabras empezaron a mirar a sus ojos con la fuerza de un millón de pollas erectas. De pollas de verdad, no de las que ella solía ver cuando salía y se emborrachaba.

Como buena chica de excesos, decidió salir aquel día y no beber. Nada de alcohol. Algún que otro refresco. Sin disimular con drogas.




Y vio pollas, sí. Pero le dieron tanto miedo al ir sobria que decidió que nunca más querría ver una polla sin haber bebido lo suficiente.


Si paras de beber tanto, verás menos pollas, pero las disfrutarás más, se dijo a sí misma y volvió al bar de siempre con ganas renovadas y un hígado ansioso de seguir mutando en paté…


Y no volvió a recordar ni a su abuelo, ni a la entrenadora de gimnasia, ni a los Diez Mandamientos. 
Bueno, quizás al Sexto sí, porque era inevitable…


Tu polla sabe a whisky barato y a ti. 
Sabe a whisky barato…





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