jueves, 3 de mayo de 2012

Cosas pasadas de moda: Escribirte



Voy a dejar de escribirte aquí. 

He decidido darle un giro copernicano (¿Qué diablos querrá decir “giro copernicano”?) a todo lo que hago.
A partir de ahora no te busques en mis líneas (Hace tiempo alguien me dijo que la buscara en sus rayas, pero no tiene mucho que ver).
De hoy en adelante prometo serte consecuentemente infiel.

Voy a escribir para otros. 
Voy a escribir para mí. 
Voy a escribir para él.
Voy a escribir para ella. 
Voy a escribir para ello.

No intentes descifrar mensajes ocultos, no los habrá.





Anoche se acercó un chino a venderme una flor cuando compartíamos risas, caricias y alcoholes en aquel bar y me preguntaste qué le había dicho para que se fuera sin insistir demasiado. No te dije nada pero rechacé la rosa con unas palabras y se fue por dónde había venido.

Pesarás que todo esto no es más que otro mensaje para ti, una reivindicación a tus ojos lectores que tanto necesito, a un futuro juntos donde yo escribo para ti y tú lees para mi, a una mirada cómplice en unas cartas públicas… 

Pero nunca debes olvidar lo que dijo Dennis Valmont momentos antes de abandonar la escritura para siempre: 


“Mis manos han sido guiadas por una embustera. No quiero matarla, por eso me las corto”


Sí, es cierto, Dennis Valmont volvió a escribir tiempo después, aunque sin manos, ayudado por su nuevo amor. Pero de ella, de la primera, de la embustera, de la importante, nunca más se supo. Quizás porque él dejó de escribir para ella.

Te voy a confesar algo. Voy a escribir algo para ti aquí por última vez: Al chino aquel le dije que no necesitaba la rosa porque ya habíamos follado. Me guiñó un ojo y se largó. 

O eso creo, porque con los chinos y sus ojos rasgados nunca se sabe…


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