miércoles, 9 de marzo de 2011

Miradas Perdidas


Perdí unos ojos. 
Los dejé escapar, aunque sigo viendo esa mirada.



Ayer te vi. 
Nunca antes te había visto, aunque siempre te había imaginado. 
Como siempre, no fui yo delante de ti. 
No sé si te hubiera gustado que fuera yo delante de ti, 
pero no fui capaz. 
A veces es difícil estar a la altura 
de lo que se espera de una.
Y más, contigo.

Me miras y sé que es lo mejor que puedo sentir. 
Pero yo nunca he sabido mirarte. 
Al menos delante tuya. 
Al menos cuando sé que me estás mirando. 
Ni siquiera cuando siento que me estás mirando.
Es tanto lo que sé de ti, 
que me da miedo mirarte 
por lo mucho que sabes 
tú de mí.

A veces me derrumbo y siento 
que no merezco tus miradas. 
Estoy hundido y sé que no volverás a mirarme igual. 
Te has cansado de ver mi mirada perdida. 
Has dejado de mirarme porque yo no te miraba a ti.


Y duele haberlas tenido sin merecerlas.
Y duele haberlas perdido por no comprenderlas.
Y duele haberlas olvidado por no cuidarlas.
Y duele haberlas perdido por no mirarlas.
Y duele darse cuenta cuando ya no tiene remedio.



- ¿Te he has dado cuenta de que casi nunca miro a los ojos? 
- Sí. Es imposible no darse cuenta. Basta con mirarte.
- ¿Te has preguntado por qué?
- No, eso me lo tienes que decir tú. Creía que era culpa mía.
- No, no es culpa tuya. De hecho eres de las pocas personas a las que he mirado a los ojos alguna vez.
- Pues casi no me he dado cuenta.

El poder de tu mirada es infinito. Puede desarmarme, desnudarme, despojarme de todo… Pero también puede hacerme invencible, impenetrable, dármelo todo. Hoy tengo que conformarme con tu comprensión. Con que comprendas que necesito tu mirada para todo. Con que entiendas que aunque yo no te mire directamente, mis ojos están clavados en los tuyos continuamente. Aunque ya no quieras que lo haga.


- ¿Alguna vez has deseado la muerte de alguien?
- No, yo no soy así. Puedo odiar con todas mis fuerzas, pero nunca desearía la muerte de nadie. Me basta con eliminarlos de mi mente. Así ya estarán muertos para mí.
- Eso es imposible.
- No lo es. Mírame a los ojos...

Los ojos nunca te dicen toda la verdad.
Los ojos mienten.
Los ojos son el espejo de un alma 
que a veces está podrida.
Los ojos.
Tus ojos.
Los que han dejado de mirarme.
Los que se han cansado de que no los mire.
Los que se han hartado de mí.


“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos…”
Aunque ya haya muerto por no sentirlos en mí…

“Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”.
Y yo sabré que muero por no saber mirarte.
Por no saber mirarte como tú me has mirado a mí…



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