martes, 28 de septiembre de 2010

El Hombre que pudo disparar a Lina Morgan


El sueño de la razón produce monstruos (Francisco de Goya)


Parte 1: La Razón
 
S era un chico normal. Todo lo normal que eran los chicos por aquellos tiempos. Era un chico de costumbres fijas y placeres sencillos, como la mayoría de la gente que le rodeaba. Como la mayor parte del mundo que conocía. S era un chico normal y pensaba que lo lógico era ser así.
Hasta que S empezó a pensar. Y empezó a dudar. Y las dudas empezaron a abrumarle.
Hasta que su kioskero habitual le regaló una pistola con su ejemplar dominical de La Razón.
 
- ¿Ésto qué es? 
 
Preguntó extrañado. Había conseguido una vajilla, un secador de pelo, una almohada viscoelástica, las pelis de Paco Martínez Soria..., Pero nunca pensó que pudiera tener una pistola con La Razón. Y todo a 2,50 con el Diez Minutos
 
- Una pistola, de la colección "Pistolas Célebres del Siglo XX". La primera es gratis, a partir de la semana que viene 9,95.
 
Tampoco parece demasiado caro. 9,95 es un precio razonable por una pistola aún sin saber cuál es su precio habitual de mercado.

 
Parte 2: Monstruos

S era un chico normal. Todo lo normal que eran los chicos por aquellos tiempos. Era un chico de costumbres fijas y placeres sencillos, como la mayoría de la gente que le rodeaba. Como la mayor parte del mundo que conocía. S era un chico normal y pensaba que lo lógico era ser así.
Hasta que S se vio con una pistola en la mano. Hasta que pensó más de la cuenta. Hasta que se cansó de ser un chico normal.
¿Por qué no ser apasionado? ¿Por qué ser normal? ¿Por qué no dejarme llevar?  Y se dejó llevar…
Todos sabemos que cuando alguien se deja llevar, la importancia de ese acto radica en la gente que se encuentra a su alrededor en ese preciso instante. Y a S le habían llevado a ver una obra de teatro actuación de Lina Morgan. Levantó el culo de la incómoda silla del patio de butacas y se encaminó por el pasillo hacia el escenario. Sin que nadie reaccionara a tiempo se subió a las tablas y se introdujo en la obra de teatro escena como si tal cosa. Cuando se acercó a Lina Morgan  supo que había llegado su momento: Sacó la pistola y el público chilló aterrado. Lina le pidió que no lo hiciera. Los vigilantes de seguridad del teatro lugar le amenazaron con dispararle si no dejaba inmediatamente el arma.
 
- No es un arma, ¡Estúpidos!... Es una pistola que me han regalado con La Razón.
 
No hizo caso.

 
Parte 3: Lina Morgan

S nunca lo supo, pero Lina Morgan no existe. Al menos eso quiero pensar…
 
 
 
"El exceso es el veneno de la razón"
(Francisco de Quevedo)

 

martes, 21 de septiembre de 2010

Otra noche sin dormir (Volumen 5): La Programación de La 2


“La televisión es maravillosa. No sólo nos produce dolor de cabeza sino que además, en su publicidad, encontramos las pastillas que nos aliviarán.” (Bette Davis)

 
Érase una vez, cuando no existía la TDT, una fiesta de fin de verano por la Castilla esa que de niños se llamaba La Vieja.
A la fiesta llevaban mucho tiempo deseando ir nuestros personajes, unos Programas de La 2, de los tiempos de la tele analógica. 



Y cómo a esos programas de La 2 les gusta más la fiesta que a Tele 5 los de cotilleos, o programar películas de Macauly Culkin, pues ahí que se plantaron, pertrechados con todo lo necesario para pasar un buen rato, bien aseaditos y con unas ganas locas de pasarlo como en las galas de fin de año de La 1.
Y la fiesta fue bien… ¡Qué demonios! Fue mejor que cualquier programa de Cuatro, aunque obviamente, con menos “glamour”… La fiesta tenía todo lo que querían: Risas, música, juegos infantiles, ganchitos, refrescos… Hasta medias noches con Nocilla…
Todo era ideal. Todo el mundo sabe que a los programas de La 2, aunque no lo parezca, lo que más le gusta es la fiesta. Pero la fiesta iba avanzando, y los refrescos, los ganchitos, las medias noches iban haciendo su efecto, y el cansancio y el hartazgo de la audiencia iban haciendo mella en nuestros pequeños héroes de la televisión española, hasta el punto de vivir algún momento digno de telefilme de Antena 3, o de chiste de Matias Prats al acabar el video de alguna noticia curiosa.
El cruel share amenazaba con terminar la fiesta de buenas a primeras. Alguno de los programas optó por abandonar de motu propio antes de ser expulsado, aunque para ello diera alguna que otra vuelta por el mercado del DVD antes de desaparecer completamente. Otros, entre agresiones de la competencia, agotamiento y falta de innovación en sus contenidos terminaron por irse, aunque tuvieron a bien la dignidad de, por el bien común de la cadena, intentar rescatar alguno de los programas estrella de la fiesta para mejor ocasión por la sorpresa que suponía verlo aún en pie… Finalmente, rendidos a la evidencia de la renovación de lo audiovisual, optaron por desaparecer analógicamente, aunque con la sensación –cierta- del deber cumplido.
Pero quedaba lo de siempre. Lo que sostiene la paupérrima audiencia de la cadena: El documental de animales. El depredador seguía en pie, como siempre, sustentado en el apoyo (la mayoría de veces sólo de boquilla para quedar bien) de la gente que afirmaba sin pudor que lo veía… Pero el documental de depredadores pidió compañía al típico programa que echan de madrugada pero que no sabemos muy bien de qué va, para adentrarse en un mundo ignoto para ambos por aquellos lares: La seductora fauna de los programas nocturnos de las televisiones locales.

(La programación televisiva de madrugada a modo de escena de "24 Hour party people")

Allí, como bien es sabido, había de todo: Adivinos y brujas varias, vendedores de cuchillos y artículos extraños, diosas multimedia, orcos de tremebundos mundos de fantasía y mucha damisela de “apariencia” juvenil ligerita de cascos…
Los supervivientes se manejaron en el ambiente, con altibajos, con risas, rodeados de zappings y productos a la venta… Hasta que pasó lo imprevisto: Cuando la parrilla televisiva empezaba a mostrar signos de una relativa coherencia, cuando los programas empezaban a buscar su sitio en una escaleta ideal, al depredador, al documental que todo el mundo dice ver le empezaron a flaquear las piernas y empezó a quedarse sin hambre…
El programa de madrugada que casi nadie ve y que no sabemos muy bien de qué va no daba crédito. Él estaba en su terreno. A fin de cuentas, un programa de La 2 de sus características y su temática no tiene ningún tipo de pretensión, por eso aguanta ahí, pero lo sorprendente fue ver al documental fuera de onda, extraño en una franja horaria que debería dominar, simplemente por el hecho de ser quién es: El documental sobre depredadores de La 2…
Abandonaron la parrilla y emprendieron el camino del olvido bien entrada la mañana. Sólo había algo que temían dado el momento que era: Cruzarse con Pueblo de Dios en el dominio de su franja horaria. Habría que salir corriendo y poner la Sexta para ver coches y cosas del Real Madrid, o La 1 para ver motos.

Había sido una buena fiesta, como de costumbre, pero La 2 está hecha, como rezaba el slogan, “para una inmensa minoría”…


PD: Evidentemente, el mundo televisivo no es una fiesta. Además, este post no narra nada relacionado con el mundo audiovisual...



(Homer Simpson)





martes, 14 de septiembre de 2010

Otra noche sin dormir (Volumen 4): "Cómeme el corazón..."


Otra noche sin dormir, y ya está empezando a preocuparme. Hay cosas que impiden que descanse como quisiera y perturban mi sueño. No estoy tranquilo. Tampoco lo contrario, que no sé qué es. Hay cosas que no me dejan, hay puertas abiertas.

Hoy casi concilio el sueño, pero un susurro me inquieta. Un susurro, probablemente imaginario, atormenta mis sueños.



"Cómeme el corazón..."

He vuelto a acordarme de ella. He vuelto a recordar cómo me sedujo. He vuelto a recordar cómo la perdí. He sido consciente de que Silke ha vuelto a desaparecer. Una vez más. Quizás definitivamente.

No le hice demasiado caso cuando estuvo cerca. No le di demasiada importancia cuando desapareció la primera vez. Y todo tiene un límite.
 

"Cómeme el corazón..."

Me dijo una vez y yo no la entendí.
Desapareció de mi lado.


"Cómeme el corazón..."

Me volvió a decir tiempo después y seguí sin entenderla.
Desapareció de mi lado.

Ahora vienen a mi memoria perturbada, los de siempre recordándome aquello de que sólo se valoran las cosas cuando se pierden.
 
No puedo dormir, la echo en falta. Sé que se ha ido muchas veces y otras tantas ha vuelto, pero esta vez es diferente. No se ha ido: hace tiempo que ya no está.
Me incorporo de la cama como tantas veces y paseo por la habitación intranquilo.

Desde mi cama me piden que vuelva. Debería estar acostumbrada a mi insomnio, no es nada novedoso. Para disimular me siento frente a ella con el primer libro que tengo a mano y hago como que leo. Tanto disimulo, que me leo de un tirón “Esperando a Godot” de Samuel Beckett. Disimular haciendo algo, a veces es más importante que hacerlo directamente.
 

Me intranquiliza su final. Si no lo había leído hasta ahora era por algo:

Vladimir: Alors, on y va?
Estragon: Allons-y.
Ils ne bougent pas.

Sigo disimulando cuando llegan las primeras luces del día. La llegada de la mañana es una bendición para un insomne. Es como el día de la victoria para un revolucionario: A partir de entonces ya no tiene excusa para luchar y, aunque cree haber vencido, sencillamente ha acabado todo. Victoria al fin, pero fin.

Me piden que vuelva a la cama:


-    ¿Cuándo te has hecho ese tatuaje?
-    ¿Qué tatuaje?
-    Las letras de tu espalda
-    ¿Qué pone?


No quería realmente que me lo dijera.

-    ¿Cómeme el corazón?...

Por supuesto.
Silke se ha ido. De nuevo. Para no volver.
 
No recuerdo haberme hecho el tatuaje, pero tampoco la recuerdo constantemente. Ese es mi problema. Esa es mi culpa.

"Cómeme el corazón..."


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