miércoles, 19 de mayo de 2010

Obsesiones y Parafilias (Volumen 6): El Suicidio


La última vez que me suicidé…

Así comenzaban las cartas que Neal Cassady escribió a Jack Kerouac contándole sus escarceos sexuales mientras vivía en Denver.
 
Pero saliendo de las cartas y pasando a los periódicos, hace poco tiempo que en España el Suicido ya es la primera causa de muerte no natural.

¿El suicido no es una muerte natural? ¿Hay alguna muerte natural? Si estoy en lo cierto, hasta a las muertes más “lógicas”, las de los ancianos de avanzada edad, a las que se suele calificar con la terrible frase “ha muerto de viejo”, se les busca causa, se busca explicación: Un fallo respiratorio, una arritmia, un paro cardiaco… Se intenta que no sean naturales, al menos se les busca un porqué. No tenemos asumido el concepto de morir como algo lógico y tiene que ser explicado. ¿Por qué entonces catalogamos el suicido de muerte no natural si el ideal de nuestra medicina es poder clasificar todas las muertes para que no sean naturales?

¿Qué causa un suicidio? Si alguien tiene sus estados alterados por sustancias tomadas conscientemente y con total libertad y en una alucinación se tira por la ventana ¿Es causa natural? ¿Es suicidio?...
El suicidio es una huida.  ¿Hacia delante?... Cuando se huye siempre se huye hacia algún sitio, aunque no sepamos bien cuál es. ¿Dónde se va cuando uno se suicida? ¿Se piensa en eso? ¿Se cree en algo más? ¿Se busca algo?
 

 
¿Es cobarde suicidarse? ¿Es valiente? ¿Es rastrero? ¿Es malo para la humanidad que la selección la hagamos cada uno individualmente, con nosotros mismos?
Siempre hay algún personajillo (conocemos muchísimos) que se toma esto de la selección natural en serio y la plantea fuera de sí mismo… ¿Nunca hemos pensado que a aquel que le dio por matar a quince o veinte personas indiscriminadamente hubiera hecho un mejor servicio a todos suicidándose antes? 
 

Es un hecho estadístico que en sociedades aparentemente más avanzadas que la nuestra, el suicidio está a la orden del día. Japón, Suiza, Suecia, Francia… Nos aventajan en porcentaje de suicidas por habitante. Pero, ¿Todos los suicidios valen igual? Siendo políticamente incorrectos habría que decir que no, que aunque nos hayan vendido que todas las vidas humanas valen lo mismo, lo cierto es que las hay muy baratas, incluso de saldo. Probablemente haya una congregación ahora mismo en Burundi que se esté suicidando en masa bebiendo un veneno en un acto ritual, que ni siquiera saldrá en las noticias, pero el suicidio de un joven (por muy despojo social que sea) en nuestro país saldrá en todos los informativos e incluso se analizarán las causas. Hay quien pronostica que la crisis elevará el número de suicidios, pero en la Unión Europea, el país aparentemente más en crisis es el que sigue teniendo la menor tasa de suicidio: Grecia.

Yo creo en otras razones para el suicidio más allá de la crisis:

Por una Mujer: No la comparto. Es una imbecilidad suicidarte por una persona que crees única y que te convences que no puedes vivir sin ella, pero que haberla conocido no es más que una cuestión de azar y además con un porcentaje de probabilidad totalmente irrisorio. Aún así, es una de las causas que provocan mayor indulgencia en la sociedad y una de las más literarias y románticas razones para quitarse la vida.

Por hastío vital: Obvia, lógica… Aunque suponga un desprecio para todos los que llevan una vida más terrible que la propia.

Por Arruinarte: Recordemos el Crack del 29. Las bancarrotas causan en algunos que no puedan ver más allá. Otro desprecio brutal para todos los que viven en la pobreza.

Por ver la muerte que viene de frente: ¿Hablo de eutanasia? ¿Hablo de la imagen de los que se arrojaron al vacío al saber que no podrían escapar con vida de las Torres Gemelas una vez que estas estaban en llamas? La muerte me mira de frente y le hago un corte de mangas arrojándome a ella antes de que me alcance… ¿Recuerdas cuando siendo adolescente dejaste a una chica antes de que ella te dejara a ti por el mero hecho de saber que te iba a dejar? 

Por trastornos mentales, por enajenación mental, por controlar algo dentro de una vida en la que no controlamos nada…

Un día te levantas deprimido, tu vida empieza a carecer de sentido y todo lo que ocurre a tu alrededor se hace banal e insignificante; pasa el tiempo y el día menos pensado ves el hueco y te lanzas al vacío...
Son multitud los ejemplos de artistas atormentados (o no) que han perdido la vida por decisión propia:

“En la vida le esperaba el desengaño; ¡la fortuna
le ha ofrecido antes la muerte! Eso es morir viviendo
todavía; pero ¡ay de los que le lloran, que entre ellos
hay muchos a quienes no es dado elegir, y que entre
la muerte y el desengaño tienen antes que pasar por éste
que por aquélla, que ésos viven muertos y le envidian!”
(Mariano José de Larra. Se pegó un tiro a los 27 años)

Virgina Woolf se despidió de su marido, oyendo voces y desasosegada por la felicidad vivida, antes de ahogarse intencionadamente en el río, temiendo volverse loca otra vez.

Maiakosvki se pegó un tiro y dejó una carta en la que pedía que no se culpara a nadie de su muerte.

Ciorán dijo que “Suicidarse no vale la pena, siempre es demasiado tarde”, aunque también decía "¿Que porque no me mato? Si supiese exactamente lo que me lo impide, no tendría ya más preguntas que hacerme puesto que habría respondido a todas...”

Emilio Salgari se suicidó, tras algún intento fallido, dejando escritas varias cartas, entre ellas una a sus editores pidiendo que se ocuparan de los gastos de su funeral, ya que ellos se habían enriquecido por su pluma, la cual rompe gráficamente como despedida.

Muchísima gente en el mundo se ha pasado la vida (paradoja de las paradojas) buscando una respuesta a la misma, escudriñando una razón para no quitársela o una buena y justificada manera para hacerlo.

Hermann Hesse, en El lobo Estepario decía que:
“Yo creo que en el fondo es más noble y más bello dejarse vencer y sucumbir por la vida misma que por la propia mano. Además, uno se obliga a vivir porque alguna vez vivir es extraordinario. Es maravilloso que en verdes valles de alguna parte buena gente vigorosa cultiva vides y saca vino, para que acá y allá en todo el mundo, lejos de ellos, algunos ciudadanos desengañados y que empinamos el codo calladamente, podamos extraer a nuestros vasos un poco de confianza y alegría.

El suicidio es, en efecto, una salida, pero muy vergonzante, porque entre algunos muy admirables hay muchas personas que se hacen suicidas en cierto modo por casualidad; hombres sin personalidad, adocenados y de rebaño.”
 
Podemos pensar que el suicidio es una opción para vidas condenadas, pero lo cierto es que la única modalidad que se suele aceptar es el suicidio del gran personaje, del vencido, del ídolo caído… Se podría pensar que hay que tener un cierto status para suicidarse, cuando es una de las acciones más al alcance de todo aquel que se lo proponga y tenga arrestos suficientes para hacerlo. Pero, ¿Fue bueno que Hitler y Eva Braun se suicidaran?

Kurt Cobain cantó en una de sus últimas canciones “Me odio y quiero morir” y se disparó con una escopeta en la cabeza. ¿Sería Cobain y Nirvana lo que son actualmente si no se hubiera suicidado nuestro amigo grunge? No descubro nada si digo que su suicidio creó al mito e hizo que su nivel artístico fuera mayor a ojos de los cobardes mortales que no se suicidan.

El suicidio está presente, es parte de la historia, es parte de la vida. Como lo es la muerte, como lo es el asesinato.
 
El primer suicida al que la Historia dedica unas líneas es Periandro (siglo VI a.C.), uno de los Siete Sabios griegos. Diógenes Laercio contó cómo el tirano corintio quería evitar que sus enemigos descuartizaran su cuerpo cuando se quitara la vida, por lo que elaboró un plan digno de Norman Bates. El monarca eligió un lugar apartado en el bosque y encargó a dos jóvenes militares que le asesinaran y enterraran allí mismo. Pero las órdenes del maquiavélico Periandro no acababan ahí: había encargado a otros dos hombres que siguieran a sus asesinos por encargo, les mataran y sepultaran un poco más lejos. A su vez, otros dos hombres debían acabar con los anteriores y enterrarlos algunos metros después, así hasta un número desconocido de muertos. En realidad, el plan para que el cadáver del sabio no fuera descubierto era brillante, pero en lugar de un suicidio tenía visos de masacre colectiva. (http://www.muyinteresante.es/el-primer-suicida-curiosidades-de-la-historia)

Desde Periandro hasta los últimamente célebres trabajadores de France Telecom, nuestra vida siempre ha estado al borde de que un buen día nos despertemos y las ganas de seguir no puedan con la determinación de acabar con todo.
Se puede pensar que Siempre hay que seguir, aunque sólo sea por curiosidad, como se dice en Martin (Hache) donde el padre escribe para su hijo, que acaba de intentar suicidarse la siguiente lista de razones para no volverlo a hacer:
“El asesino difuso”
Algunas razones para combatirlo y seguir viviendo:
A) Por puro instinto vital.
B) Por curiosidad: por saber qué pasará mañana y qué será uno mismo mañana.
C) Por el asombro que provoca ser uno mismo, el mismo, pero distinto cada día, mes a mes, año a año.
D) Por intentar hacer lo que sea, lo que se quiera, lo que a uno le guste, sin preocuparse por conseguir el éxito o el fracaso, buscando sentir solamente el placer de intentarlo. Importa el camino, no la meta.
E) Por la Aventura, que existe y viene si uno la busca y nos hace conocer el riesgo, la fortuna, y todo lo que uno es capaz de imaginar.
F) Por toda la gente que nos falta conocer. Por las mujeres que uno conocerá y amará.
G) Por el placer de comer y beber con amigos y amantes y amanecer borracho en los bares filosofando.
H) Buscar razones para vivir es una buena razón para seguir viviendo y si no las hay, hay que inventárselas.

No se le ocurrió dar como razón para seguir viviendo a Cecilia Roth, pero para mí es una de los mejores motivos que puede alguien tener para seguir vivo.
 
 
 
 

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