miércoles, 12 de mayo de 2010

Obsesiones y Parafilias (Volumen 5): El Apocalipsis de San Juan, El Principito y el 7

Desde pequeñita vivió obsesionada con aprenderse de memoria todo “El Principito”. Nunca nadie supo de dónde le venía tan extraña afición, pero siempre tuvo una cita que aplicar en cada momento cuando alguien no tenía nada que decir.


Hay quien la recuerda dando largos paseos por el campo, recitando para sí misma la obra de Saint- Exupéry despreocupadamente.
Todas tenemos obsesiones. La suya puede que pareciera más exótica o extraña, pero sólo desde la perspectiva de compararla con las nuestras. Las obsesiones solemos guardarlas bajo llave. Ella dedicó su vida a trabajarla. Y a compartirla con el mundo.

Enamoró a mucha gente con su curiosa afición. Hay muchos que se derriten cuando le sueltas una frase del Principito en el momento adecuado. Ella lo trabajó siempre al milímetro. Cuando la conocí me di cuenta enseguida de que su obsesión sólo la podría llevar a dos sitios: Al Asteroide B612 o a la muerte.


Vivió, soñó, amó y deseó siempre bajo los dictados de su fiel acompañante, de su pequeño príncipe. Su vida fue maravillosa, su vida fue lo que ella eligió que fuera. Su vida fue bien hasta que se cruzó con él...

Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.


Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto.


Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.

Para honrar su memoria no debemos olvidar nunca la mayor enseñanza que quiso (involuntariamente) dejar a todas sus amigas:
Si pasas la vida entera aprendiéndote de memoria El Principito, no te enamores nunca de alguien que recita el Apocalipsis de San Juan cada mañana. 
Por mucho que te guste. 
Por mucho que lo desees.


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