miércoles, 9 de diciembre de 2009

Санкт-Петербург



San Petersburgo. Meriendo unos tacos mejicanos mirando la ajetreada vida que hay tras mi ventana. La vida sigue aunque fuera de mi ventana haga frío. En San Petersburgo hace mucho frío. Al menos esta tarde. Pero la vida no para. Tenía entendido que en las ciudades frías no había vida en cuanto se ponía el sol. Aquí hace horas que se ha puesto el sol y siguen paseando por la calle. La temperatura es fría, aunque esté comiendo tacos mejicanos. Me gusta mucho esta ciudad. Aunque haga frío. No me molesta demasiado el frío, siempre me ha parecido más insufrible el calor excesivo. Contra el frío hay abrigos y mantas que echarse por encima. Cuando el calor aprieta, no hay prendas suficientes que quitarse. Puede llegar un momento en el que estés completamente desnuda y aún así estar sudando. No hay solución para el calor. Y yo siempre he sido muy calurosa.

San Petersburgo se llamaba antes Leningrado, y antes aún, Petrogrado. Los cambios de nombre nunca son fáciles, pero yo no estuve aquí cuando eso pasó. Bastante tengo con no confundirme con los nombres cuando pido tacos mejicanos y lo que realmente quiero pedir son fajitas. Se está bien en esta habitación con vistas. Está bonita San Petersburgo tras mi ventana. Aunque no se vea mucho porque es noche cerrada. Voy a subir un grado más la calefacción. Me gustaría que estuvieras aquí conmigo. No te gusta el frío, pero sé que esta habitación con vistas a San Petersburgo te resultaría muy confortable. Está muy bien climatizada. En los países fríos se suelen cuidar mucho esos detalles, y Rusia es un país frío. San Petersburgo es una ciudad muy fría. Aunque comamos tacos mejicanos mirando la ajetreada vida que hay tras la ventana pensando que quizás queríamos comer fajitas y les han cambiado el nombre.

Pienso que debería tomarme un vodka. Aquí debe ser bueno, aunque no me guste mucho el vodka y no sepa apreciarlo. En algún momento leí que el vodka nunca se congela si es bueno. Rápidamente fui al congelador y metí la botella de vodka que tenía por casa. En mi casa siempre hay vodka aunque nadie lo bebe. Supongo que es herencia de una educación materna enfocada a tener siempre lo que puedan querer las visitas que quizás nunca aparezcan. El vodka se congeló totalmente, de lo que deduzco que no era bueno. No esperaba tener vodka bueno en casa, pero tampoco debería esperar tener vodka simplemente. No me apetece tomar vodka ahora, por muy bueno que sea.

San Petersburgo está empezando a desaparecer entre el frío y la oscuridad. Están encendidas las luces del Palacio de Invierno. He terminado los tacos mejicanos pensando que quizás quería fajitas y tú sigues sin estar aquí. Hay cosas que nunca cambian, salvo los nombres de esta ciudad y la utilización del Palacio de Invierno. ¿Abre en verano?

Hay muchas cosas que debería plantearme en mi vida y muchas dudas por resolver a las que tendría que dar respuesta, pero aquí ya es muy de noche y la temperatura no anima a salir a la calle. Voy a ver qué echan en la tele rusa. Algún día, alguien debería plantear un ensayo sobre la tendencia que tiene el Abuelo Simpson a travestirse tan a menudo. Algún día, porque hoy están encendidas las luces del Palacio de Invierno.



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